
Muchas líneas y más devoción merece quien, encarnando con gran discreción en la economía dominicana contemporánea la verdadera ¨mano invisible¨ de la que habló Adam Smith, colaboró durante más de 50 años para engendrar entre nosotros la riqueza y el bien común de unas empresas y de una patria que amó entrañablemente.
Alejado ya del polvoriento diario vivir, desafío su ausencia para recrear en aquella mirada aguda las edades por las cuales transcurrió su vida mortal. Mas lo advierto antes de comenzar: la admiración nubla mi percepción cuando descubro la biografía de un dominicano que bien merece servir de norte a las nuevas generaciones en y fuera del país.
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